
La película de Susane Bier tratada dos historias que se desarrollan dentro de la misma familia pero en lugares opuestos del planeta. Una tiene lugar en Dinamarca, es la historia de un niño que sufre abuso escolar por parte de sus compañeros, por lo que él y uno de sus compañeros llevados por la presión y ante la pasividad de sus mayores comienzan a reflexionar sobre la situación y a entender el ojo por ojo como única forma de acallar el comportamiento abusivo de aquellos que creen que por violentos el mundo les pertenece. La otra historia se desarrolla en un país africano, un médico danés se encuentra ayudando en un campo de refugiados de guerra, tratando de curar las heridas provocadas por los tiranos de la zona, que impunemente campan a sus anchas matando a mujeres y niños.
Ambas historias están muy bien tratadas, aunque tengo la sensación de que Bier nos quiere centrar más en la historia sobre el acoso de los niños y su sentido de la justicia, como si quisiese mandar el mensaje de que si no se escucha y ayuda a los jóvenes, no podemos hacer nada frente a las injusticias provocadas en África por personas impasibles que frente al dialogo son incapaces cambiar su perspectiva ya que esta no fue transformada cuando debería.
La película resulta dogmática en algunos aspectos, aunque por suerte solo se queda con la mejor parte que el cine dogma ha sabido aportar al arte cinematográfico: Su verosimilitud y credibilidad en las historias, para hacerlas cercanas y conmovedoras. Esta para mi es la única ventaja del Dogma95, ya que sus normas técnicas de realismo cinematográfico son absurdas y sin sentido. Digo esto porque creo que el cine debe resultar conmovedor y creíble, pero a la vez diferente a la realidad usando las armas de la ficción.
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