Road to Perdition

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domingo, 25 de diciembre de 2011

El topo, un James Bond basado en sutilezas

Creo que la mejor manera de definir El topo es como una historia de sutilezas, de detalles y miradas. Este es el espíritu que se vivía en la Guerra Fría, el desconocimiento absoluto de los amigos y enemigos, el constante temor a las represalias del bando contrario, un clima de tensión cargado de una poderosa atmosfera claustrofóbica que puede explotar en cualquier momento.

En su debut hollywoodiense Tomas Alfredson (Déjame entrar) narra la historia de la novela de espionaje escrita por Le Carré ambientada en la cúpula central del MI6 (Circus) donde los soviéticos han infiltrado un topo. El encargado de encontrar a el topo infiltrado por Moscú será George Smiley (Gary Oldman) un ex espía retirado, cansado de la vida, asocial y con una mujer infiel. Sin embargo este en apariencia cansado anciano es un brillante genio conocedor de los secretos del hombre.

Ni a Alfredson ni a Le Carré les interesa en exceso la identidad del topo, para ellos es una historia de espías en el sentido mas clásico que narra la lucha de dos mentes privilegiadas del espionaje, uno en Londres (Smiley) y el otro en Moscú (el enigmático Karla, al servicio del KGB). Acertadamente nunca vemos a Karla, lo cual permite que el espectador pueda crearse una imagen propia del carismático archienemigo de Smiley. Gary Oldman consiguió el suculento papel del agente Smiley contra todo pronostico, ya que el actor británico siempre se ha caracterizado por sus papeles histriónicos (El Quinto Elemento, Drácula, etc…). En contraposición el personaje de Smiley es un papel calmado, sutil, que no necesita de largos textos para mostrar su personalidad, es ante todo un personaje hipnotizante que solo requiere una mirada para decirlo todo, y al mismo tiempo te preguntas que estará pensando.

Lo mas destacable de El topo, además de un reparto estelar de secundarios que acompañan a Gary Oldman (Colin Firth, John Hurt, Toby Jones…), es su poderosa y opresiva atmosfera cargada de tensión y amargura, transmitiéndonos en espacios cerrados y grises cubículos de oficina del MI6 la claustrofóbica sensación de que no podemos confiar en nadie.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Un Dios Salvaje

En Un Dios Salvaje Polanski realiza con gran precisión el retrato de la sociedad occidental de nuestro tiempo. Este tema tan universal, es reflejado con el menor número de elementos posibles: un apartamento neoyorkino y dos matrimonios que, aunque quieran, no pueden abandonar la casa ya que en ella dejan sus principios y sus formas de ver el mundo. Con esta premisa tan buñueliana, Polanski nos cuenta la historia de dos matrimonios cuyos hijos se han peleado en una riña de colegio.

Para los padres del agresor (Kate Winslet y Christopher Waltz) esta acción será un asunto superficial, cotidiano y sin importancia. Para los de la victima (Jodie Foster y John C. Reilly) se convertirá en un asunto capital donde se deben mostrar los valores morales y éticos del ser humano. Esta historia es contada con un estilo magistral. Vamos contemplando como las buenas formas adultas de ambas partes, sus intenciones conciliadoras y su educación van desapareciendo y convirtiéndose en la repugnancia, el odio y el descontrol. Se ve progresivamente como en este espacio tan claustrofóbico el ser humano olvida todo sus valores éticos y cae en su naturaleza animal.

Si bien ésta es una película predominantemente de actores, en la que ellos deben llevar el peso y la carga de la película, para que el espectador pueda entender y juzgar la historia, el trabajo de Polanski no debe ser menos preciado, ya que con su sencilla puesta en escena y elegante trabajo de cámara es capaz de recrear en unos metros cuadrados esta brillante comedia negra en la que se muestran los valores occidentales, sin que en ningún moment nos llegue a parecer teatral.