
En Un Dios Salvaje Polanski realiza con gran precisión el retrato de la sociedad occidental de nuestro tiempo. Este tema tan universal, es reflejado con el menor número de elementos posibles: un apartamento neoyorkino y dos matrimonios que, aunque quieran, no pueden abandonar la casa ya que en ella dejan sus principios y sus formas de ver el mundo. Con esta premisa tan buñueliana, Polanski nos cuenta la historia de dos matrimonios cuyos hijos se han peleado en una riña de colegio.
Para los padres del agresor (Kate Winslet y Christopher Waltz) esta acción será un asunto superficial, cotidiano y sin importancia. Para los de la victima (Jodie Foster y John C. Reilly) se convertirá en un asunto capital donde se deben mostrar los valores morales y éticos del ser humano. Esta historia es contada con un estilo magistral. Vamos contemplando como las buenas formas adultas de ambas partes, sus intenciones conciliadoras y su educación van desapareciendo y convirtiéndose en la repugnancia, el odio y el descontrol. Se ve progresivamente como en este espacio tan claustrofóbico el ser humano olvida todo sus valores éticos y cae en su naturaleza animal.
Si bien ésta es una película predominantemente de actores, en la que ellos deben llevar el peso y la carga de la película, para que el espectador pueda entender y juzgar la historia, el trabajo de Polanski no debe ser menos preciado, ya que con su sencilla puesta en escena y elegante trabajo de cámara es capaz de recrear en unos metros cuadrados esta brillante comedia negra en la que se muestran los valores occidentales, sin que en ningún moment nos llegue a parecer teatral.
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