La creación de los héroes como metáfora perfecta de unos ideales suele ser el principal motor que mueve a sus creadores a darles forma y estilizarlos para a través de ellos hablar de la las situaciones que les preocupan en cada momento. Es el caso de Alan Moore con V de vendetta (con el que criticaba el conservador gobierno de Margaret Thatcher en Reino Unido)0 el de la patrulla X la cual representa el racismo y la no aceptación de aquellos distintos a lo considerado socialmente normal.
El héroe que nos ocupa en esta entrada es probablemente el menos sutil y con el mensaje más directo que se pueda encontrar entre toda la camada de Marvel Comics. Capitán América es un superheroe que fue creado durante la guerra, cuando la mayor preocupación en ese momento eran los nazis y su deseo de dominio mundial. La idea del soldado perfecto, fuerte y empático, es la visión de la América más idealizada y panfletaria, pero no muy diferente de su papel real en la segunda guerra mundial.
El problema de nuestro Capitán América es que es un superhéroe excesivamente americano, he ahí el problema como hacer que este tipo azul vestido con mayas nos interese al resto del mundo. Sencillo colocando a un villano tan malvado que haga que el espectador (no americano) decida olvidar sus prejuicios contra "el panfleto" y decida hacer frente común con nuestro héroe del otro lado del charco. Estos villanos no podrían que ser otros que los nazis, porque ... todo el mundo odia a Hitler ¿no?
Con esta premisa que debe conciliar al espectador con nuestro héroe nos adentramos en un espectáculo de acción, mucho más adulto que todos los que podamos haber visto este verano en nuestros cines. Con un estilo de cine de aventuras más cercano a El arca perdida (Steven Spielberg, 1981) que al Michael Bay más previsible y plano.
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