Road to Perdition

Road to Perdition

domingo, 27 de mayo de 2012

Sin novedad en el frente


Este clásico del cine bélico, nos muestra a la perfección las consecuencias de la guerra y sus secuelas en las generaciones de jóvenes que, llenas de entusiasmo e ínfulas de heroísmo, marchan al frente cargados con un macuto y su ingenuidad. La película se centra en un grupo de jóvenes alemanes que reciben la llamada de las armas en 1914 para luchar por su patria. Pronto, todas sus ilusiones y sueños de juventud se dan de bruces contra un muro de alambre de espino y sus perspectivas sobre la vida y la muere cambian radicalmente. La cinta de Lewis Milestone, muestra la dura realidad del conflicto bélico que asolo Europa entre 1914 y 1918. Su intención no es la de aleccionar sobre los horrores de la guerra y tener un carácter panfletario, sino la de mostrar la mentalidad de un joven (Lew Ayres) quien pasa de tener una visión idealizada de la guerra, implantada por sus maestros en su  hogar, a descubrir que estos le han engañado, y que al igual que otros miles de jóvenes de todo el mundo, sirve a unos intereses lejanos que no puede comprender ni defender.   

El verdadero protagonista de la película no es este joven alemán ni sus compañeros de clase, sino los valores de la juventud, que son moldeados por clases mas elevadas para servir a sus propósitos. Este espíritu se refleja en una escena cuando un anciano le dice: “Marchad hasta Paris y acabad con ellos”, a lo que él responde: “Allí las cosas no son tan simples como las veis aquí”. Además de la situación de los soldados, en la película se refleja a la perfección junto con esta credulidad juvenil, el carácter alemán frente a la autoridad y la obediencia. Valores que serian claves para que, dos décadas mas tarde, Europa volviese a ser destruida por un nuevo Reich alemán, cimentado en la obediencia ciega y el espíritu patriótico de una juventud alemana resentida y afligida por el sabor de una derrota, que no vivieron ni comprendieron realmente hasta que tuvieron la suya propia.

miércoles, 22 de febrero de 2012

No habrá paz para los malvados

El reciente triunfo de Urbizu con este thriller policiaco tan negro como genial me hace pensar que en nuestro país este genero todavía no ocupa el lugar de honor que se merece.
En su ultima película Urbizu, al cual siempre le ha caracterizado el estilo policiaco y duro, cuenta la historia de Santos Trinidad (José Coronado), un policía que una mala noche se ve envuelto en un triple asesinato. En su camino por deshacerse de todos los posibles testigos se acaba topando con una célula terrorista que opera en Madrid. En este marco de complejos personajes e intereses enfrentados Enrique Urbizu nos guía con su batuta hacia un trepidante desenlace.
Lo más destacable de la película es el personaje de Santos Trinidad que, lejos de ser el clásico policía honrado que lucha por la paz y la justicia, es un pendenciero asesino al que solo le importan sus intereses escondido tras una placa de detective. Coronado interpreta a la perfección el papel de este anti-héroe a través del cual contemplamos la historia, siendo la cara opuesta de la juez Chacón quien lucha por erradicar el mal y la corrupción.
La estética del mundo de los bajos fondos, está recreada a la perfección. La miseria y la corrupción nos sumergen en el mundo sórdido de este convincente thriller policiaco. Urbizu juega con los tópicos del género, encajándolos y haciendo que funcionen a la perfección. Su trabajo de cámara es impecable mostrando un ambiente que, con nuestro protagonista en el plano central, nos recuerda más a un western que a una historia de detectives. La suerte, la muerte y la ambición se entrelazan a la perfección.
Este llanero solitario, nos acaba poniendo de su parte y nos contemplamos a nosotros mismos admirando la profundidad de un villano, deseosos de que mientras se termina su cubata vuelva decirnos: rock and roll.

lunes, 16 de enero de 2012

Millenium, la maldad con rostro cinematográfico

David Fincher siempre se ha caracterizado por un imaginario visual inquietante y poderoso, así como por una capacidad rítmica a la hora de contar la historia difícilmente igualable. Su andadura por el mundo del thriller comenzó con su opera prima Alien 3, con la que devolvió a la criatura su estatus de ser terrorífico, pero alcanza la cumbre con su segunda obra, la cinta de culto Seven en la cual realiza un minucioso retrato sobre la frialdad y la locura.

En su nueva película Fincher adapta la novela de Stieg Larsson, aportando a la espeluznante historia su portentoso talento visual. La historia narra el asesinato de la joven Harriet Vanger que el periodista Mikael Blomkvist (Daniel Craig) y Lisbeth Salander (una portentosa Rooney Mara) deben resolver investigando a la controvertida e intrigante familia Vanger y topándose en el camino con toda clase de situaciones que escapan al dominio de la cordura.

La historia es en manos de Larsson una novela hecha con formula y oficio que a pesar de su éxito mundial es tan solo un best-seller sin mayor trascendencia. Sin embargo, en manos de Fincher la historia se convierte en una obra cinematográfica digna de elogio que consigue aunar todos los elementos para convertirse en una de sus grandes obras. Es importante destacar la interpretación de Mara como Salander, ya que en ella vemos la fragilidad del personaje, cosa que Naomi Rapace (la anterior Salander en las versiones suecas) no era capaz de transmitir, ya que esta no poseía atisbo de credibilidad.

Fincher y Steven Zaillan (autor del guion) saben encajar la historia con precisión. Enfocan la historia desde la perspectiva del thriller (solido y profesional) y toman los temas mas llamativos de la novela, como el odio a las mujeres y la visión de Suecia ante la Segunda Guerra mundial, como trasfondo en el que se desarrolla este escalofriante thriller que Fincher con precisión de cirujano nos muestra en la gran pantalla. Aunque siempre quedarán los nostálgicos que al contemplar esta gran obra oigamos una vocecita en nuestro interior que no pare de susurrarnos: “Seven, Seven…”.

sábado, 14 de enero de 2012

Pa Negre, una posguerra con sello de autor


Con el reciente anuncio de las nominaciones a los Goya de este año, creo que es un buen momento para recordar la indiscutible ganadora de los premios el año pasado, Pa negre. Esta perturbadora película dio a conocer a su director Agustí Villaronga al gran público.

Pa negre adapta la novela de titulo homónimo de Emili Teixidor, en la que se realiza un reflejo de la postguerra catalana vista a través de los ojos de un niño, que al contemplar el horror y la situación de su familia, va convirtiéndose poco a poco en la imagen de la ambición. Como rezaba una frase promocional de la película: “las mentiras de los adultos crean pequeños monstruos”.


Pa negre no pretende aleccionar sobre el bien y el mal, no es un folletín sobre la postguerra, sino que pretende reflejar el horror con una realidad y crudeza como pocas veces se han visto en la historia de nuestro cine.

Incluso la personal mirada de Villaronga nos lleva a abandonar la visión del romanticismo de los ideales que combatieron y muestra que detrás de todo el barniz político que recubre a ambos bandos solo existe una desalentadora verdad, el interés personal y el deseo de supervivencia.

Todo en Pa negre es irreprochable, en ocasiones su punto de vista nos recuerda a un cuento, con tintes de terror y misterio. Los horrores que narra son vistos por los ojos de un niño que con el paso del tiempo va perdiendo la inocencia y el apego a su familia, consciente de que deberá llegar a abandonarlos para salir de la miseria y llegar a alcanzar sus ambiciones.

La intrigante historia del film de Villaronga esta contada con un ritmo y una elegancia admirables, además de destacar que su lenguaje visual es digno de los grandes maestros del cine. El toque final a esta elegía a los horrores de la guerra lo dan unos brillantes secundarios como Sergi López, Eduard Fernandez y Laia Marull.

domingo, 25 de diciembre de 2011

El topo, un James Bond basado en sutilezas

Creo que la mejor manera de definir El topo es como una historia de sutilezas, de detalles y miradas. Este es el espíritu que se vivía en la Guerra Fría, el desconocimiento absoluto de los amigos y enemigos, el constante temor a las represalias del bando contrario, un clima de tensión cargado de una poderosa atmosfera claustrofóbica que puede explotar en cualquier momento.

En su debut hollywoodiense Tomas Alfredson (Déjame entrar) narra la historia de la novela de espionaje escrita por Le Carré ambientada en la cúpula central del MI6 (Circus) donde los soviéticos han infiltrado un topo. El encargado de encontrar a el topo infiltrado por Moscú será George Smiley (Gary Oldman) un ex espía retirado, cansado de la vida, asocial y con una mujer infiel. Sin embargo este en apariencia cansado anciano es un brillante genio conocedor de los secretos del hombre.

Ni a Alfredson ni a Le Carré les interesa en exceso la identidad del topo, para ellos es una historia de espías en el sentido mas clásico que narra la lucha de dos mentes privilegiadas del espionaje, uno en Londres (Smiley) y el otro en Moscú (el enigmático Karla, al servicio del KGB). Acertadamente nunca vemos a Karla, lo cual permite que el espectador pueda crearse una imagen propia del carismático archienemigo de Smiley. Gary Oldman consiguió el suculento papel del agente Smiley contra todo pronostico, ya que el actor británico siempre se ha caracterizado por sus papeles histriónicos (El Quinto Elemento, Drácula, etc…). En contraposición el personaje de Smiley es un papel calmado, sutil, que no necesita de largos textos para mostrar su personalidad, es ante todo un personaje hipnotizante que solo requiere una mirada para decirlo todo, y al mismo tiempo te preguntas que estará pensando.

Lo mas destacable de El topo, además de un reparto estelar de secundarios que acompañan a Gary Oldman (Colin Firth, John Hurt, Toby Jones…), es su poderosa y opresiva atmosfera cargada de tensión y amargura, transmitiéndonos en espacios cerrados y grises cubículos de oficina del MI6 la claustrofóbica sensación de que no podemos confiar en nadie.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Un Dios Salvaje

En Un Dios Salvaje Polanski realiza con gran precisión el retrato de la sociedad occidental de nuestro tiempo. Este tema tan universal, es reflejado con el menor número de elementos posibles: un apartamento neoyorkino y dos matrimonios que, aunque quieran, no pueden abandonar la casa ya que en ella dejan sus principios y sus formas de ver el mundo. Con esta premisa tan buñueliana, Polanski nos cuenta la historia de dos matrimonios cuyos hijos se han peleado en una riña de colegio.

Para los padres del agresor (Kate Winslet y Christopher Waltz) esta acción será un asunto superficial, cotidiano y sin importancia. Para los de la victima (Jodie Foster y John C. Reilly) se convertirá en un asunto capital donde se deben mostrar los valores morales y éticos del ser humano. Esta historia es contada con un estilo magistral. Vamos contemplando como las buenas formas adultas de ambas partes, sus intenciones conciliadoras y su educación van desapareciendo y convirtiéndose en la repugnancia, el odio y el descontrol. Se ve progresivamente como en este espacio tan claustrofóbico el ser humano olvida todo sus valores éticos y cae en su naturaleza animal.

Si bien ésta es una película predominantemente de actores, en la que ellos deben llevar el peso y la carga de la película, para que el espectador pueda entender y juzgar la historia, el trabajo de Polanski no debe ser menos preciado, ya que con su sencilla puesta en escena y elegante trabajo de cámara es capaz de recrear en unos metros cuadrados esta brillante comedia negra en la que se muestran los valores occidentales, sin que en ningún moment nos llegue a parecer teatral.

sábado, 12 de noviembre de 2011

EVA, un debut envidiable

El futuro gris, descompuesto, sin esperanzas de una vida mejor ha sido reflejado en multitud de ocasiones por la maquinaria hollywoodiense. Siendo de esta cantera, The Road, una de las películas futuristas más escalofriantes pero esperanzadoras que recuerdo. Esa joya que me cuesta (tanto) volver a ver, por puro pánico.

No es este mundo desesperanzado el que nos cuenta Kike Maíllo en su debut. En un tono casi cotidiano, nos narra la historia de Alex (Daniel Burhl) un ingeniero que vuelve a su ciudad natal tras diez años en el extranjero. Quiere diseñar un niño robot para su universidad. Como modelo toma a Eva, una niña con la que empezara un viaje difícil de abandonar.

Alejándose de los apocalípticos convencionalismos americanos, nos encontramos con un pequeño tesoro muy distinta EVA. Ambientada en un futuro no muy lejano, el 2041, en el que el tradicionalismo de las acogedoras casas de madera en pleno campo nevado, se mezclan con el uso de robots domésticos e instrumentos de alta tecnología, con un diseño retro que nos recuerda a los setenta, así como en cuanto a formas y estilo visual se refiere. Un futuro que salvo en ligeros matices, no nos mantiene muy alejado del actual, aunque si es más optimista y tranquilo.

EVA no solo nos descubre a un reparto bien posicionado (Daniel Bruhl, Marta Etura, Lluís Homar y la niña, Claudia Vega) sino que también nos conduce a un viaje emocional que bascula entre los efectos especiales (increíblemente realizados por Lluís Castels) y el viaje emocional de los protagonista; que realizan una interpretación de los personajes solvente en algunos casos y genial en otros, Por sus elementos futuristas y (algunos) aspectos de la trama podríamos pensar en A.I. (Steven Spielberg, 2001), pero lo cierto es, que los elementos futuristas y robóticos son solamente, un añadido más más, ya, que lo realmente trascendente, son los personajes y las relaciones entre ellos. A diferencia de A.I. el punto de vista (de EV) no es el de la máquina, sino el de su creador, y cómo afronta esta relación (he aquí la magia de esta genial opera prima). Como cita una frase de la película: “No importa si los robots sienten o no, lo importante es lo que te hagan sentir”.