
Con Babel finaliza la trilogía del dolor que Iñiarritú y su guionista Guillermo Arriaga iniciaron hace diez años con su opera prima Amores perros, a la que seguiría la portentosa 21 gramos. Al igual que en sus dos anteriores películas Iñiarritú continua explorando el lado más crudo y desgarrador de la vida, con la casualidad como principal causa de esta, subrayando el hecho de que esta misma casualidad puede acabar afectándote a ti y a los que te rodean, aunque en un principio esa desgracia que por casualidad causamos nos parezca tan lejana y distante.
En Babel Iñiarritú traspasa su estilo a cuatro historias repartidas por todo el globo (Japón, México y Marruecos), que fruto de la casualidad y gracias a la fina pluma de Arriaga se unen creando una simetría perfecta. Al guion de Arriaga Iñiarritú le dota de su potencia y visual creando unas atmosferas terribles, crudas y conmovedoras, a esto hay que sumarle una estética redondeada por la fotografía de Rodrigo Prieto y la belleza de la banda sonora de Gustavo Santaolalla.
Considero a Babel una fábula perfecta sobre la incomunicación, el tratar de ser escuchado para ser ignorado por aquellos de los que necesitabas ayuda, y debido a este rechazo te acabas encerrando en ti mismo sin esperanza alguna, para esperar el final en soledad.
En esta que podría considerarse de su corta filmografía su ópera, Iñiarritú y Arriaga conmueven, sobrecogen y elevan el concepto de cine hasta cotas imposibles de describir.
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